Ecos atemporales: Junkopia de Chris Marker

Por - 04/05/2015

En 1981, mientras el director Chris Marker se preparaba para filmar Sans Solei (1983), uno de sus más célebres filmes, durante una estancia en la Bahía de San Francisco, filmó uno de sus cortometrajes probablemente menos conocidos, Junkopia el cual co-dirigió con John Chapman y Frank Simeone. Los planos, situados en las playas de Emeryville, logran recrear una suerte de escenario de ciencia ficción que presenta objetos abandonados que guardan resonancia con nuestro mundo actual. Carros, barcos, entre otros, generan ecos de nuestra sociedad moderna, marcada por conflictos bélicos que responden, en mayor medida, a intereses ecónomicos.

En un primer plano vemos un vasto océano y a la distancia, tres insólitos objetos que surgen del mar. Un corte en escena nos anuncia la localización geográfica del sitio donde la escena ha sido filmada “Par 37º 45′ de latitude nord… In latitude 37º 45′ north…” e inmediatamente el plano distante se acerca. Un barco, un avión y lo que parecerían ser tubos, conforman una suerte de escena bélica fantasmal que es eficazmente construida gracias al diseño sonoro. Nuevas coordenadas geógraficas se cuelan a través de un corte “et 122º27′ de longitude ouest and longitude 122º27′ west…”. Tras haber ofrecido las coordenadas, Marker pasa a realizar retratos mediante planos frontales de los objetos que veíamos a la distancia, se trata de un avión de guerra y una suerte de molino de madera. En el siguiente plano, Marker nos lleva a otro sitio, posiblemente la playa que circunscribe al océano que vimos al inicio donde una abstracta estructura de vieja madera aparece en escena. La cámara entonces realiza ciertos planos frontales de la estructura que yuxtapone con planos generales. Pareciera un monumento de otro tiempo y vemos entonces que se trata en realidad de una creación humana, integrada por varios elementos, que se encuentra abadonada en la playa. Mientras nos muestra, mediante un plano general, la estructura a distancia, voces se cuelan en escena a través de lo que parecerían ser señales radiofónicas. Vidrios rotos empiezan a sonar y componen una escena donde precisamente vemos cuellos de botellas colgados de un cable que remiten a una suerte de ornamento que ha sido deteriorado por el tiempo.

Nuevamente Marker nos acerca a la estructura para ver ahora un retrato al óleo de una mujer. Las voces continúan mientras los cambios nos introducen a otras estructuras dispuestas en la orilla de una playa que se caracteriza por la ausencia humana. A través de planos frontales y laterales, Marker recrea un escenario de algún modo post-apocalíptico para después llevarnos a un plano donde vemos una de las tantas figuras contrapuesta a una carretera donde transitan camiones y coches. Lo que se presenta entonces son estructuras dispuestas en medio de desacampados urbanísticos. Conforman lo que parecería ser un recinto arqueológico de figuras del pasado. La presencia humana es aludida únicamente a través de aquellas máquinas para desplazarse y de un enorme edificio que se ve a la distancia. Marker contrapone entonces una serie de planos que nos permiten observar ciertos detalles tanto de los objetos como del sitio donde se encuentran y el movimiento de coches y camiones que se está produciendo a su alrededor. Vemos un hombre a la distancia parado junto a una de esas estructuras de madera que desaparece en los planos que siguen. Un espectacular anuncia “Sahara Tahoe” y el plano cambia para mostrarnos, en medio picado, una sombra de lo que es, al parecer, un hombre. A continuación, Marker nos permite ver que no es más que la sombra de otra de esas abstractas estructuras lo que estamos viendo, mientras el diseño sonoro nos remite, de algún modo, al film de Kubrick “Odisea en el espacio: 2011”. Parecieran ser objetos y estructuras del pasado, lo mismo que el monolito que se presenta en una de las primeras escenas de Kubrick. Vemos entonces el puente colgante “Golden Gate”  de San Francisco a lo lejos; una escena citadina difusa, el puente, recorrido por miles de automóviles se nos presenta paralelamente a voces emitidas de una estación de radio. El plano cambia y nuevamente volvemos a uno de esos objetos abstractos. La playa vuelve a ser el escenario, una playa olvidada animada únicamente por las voces. El puente nuevamente parece verse a lo lejos y a través de un zoom-out Marker nos muestra que los objetos vistos al inicio, flotan en la bahía sobre la cual está el puente.

El diseño sonoro es atribuído a Michel Krasna que, si recordamos, es el hermano de Sandor Krasna, uno de los personajes de Sans Solei y quien en realidad no es más que un heteronónimo de Marker. El hecho de que sea, precisamente el diseño, uno de los elementos clave que ayudan a la construcción de aquel escenario abandonado propio de un film de ciencia ficción, se vincula directamente con el hecho de que se le atribuya también a un personaje ficticio. El imaginario que construye estas escenas misteriosas, es alimentado en varias direcciones. Junkopia, tal como el título lo dice, es es la utopía de los desperdicios. Los planos presentan en detalle a estos objetos conferidos al olvido, abandonados en el vasto mar. Es difícil no pensar en aquellos planosecuencias de Tarkovsky en Stalker donde vemos asimismo objetos de esta clase, que no sabemos si represetan el escenario de un pasado o el futuro que se avecina.

Marker logra generar una reflexión que tiende a cuestionar la noción de progreso sobre la cual fue eregida la civilización moderna. Los objetos son vestigios que hoy se presetan como residuos. Sin embargo, al tiempo que las imágenes nos llevan en esta dirección, también apuntan a la creación de este entorno de ciencia ficción. En un doble juego de montaje, a través de impresiones visuales, Marker construye un film caracterizado por su sencillez pero también por una fuerza que se acentúa precisamente en esta escasez de elementos. Los objetos son en realidad artefactos realizados por artistas anónimos con materiales de los desechos que el mar arroja de vuelta. El hecho de que Marker prescindiera de su usual recurso de voz en off se debe a que intentó, tal como él explicó, “por una vez (habiendo en mis tiempos abusado más de la cuenta del ejercicio del poder por el comentario-dirigente), de otorgarle al espectador, por el montaje, su comentario, es decir, su poder”.

En este breve cortometraje, Marker logra articular de forma elocuente, una serie de imágenes que se presentan como el eco de algo más, dejando espacios abiertos que inscriben otras posibles lecturas de lo que vemos. Esa misma sensación de misterio que rodea muchos de sus ensayos filmícos es puesta en marcha mediante imágenes que evocan lo que podría ser bien el pasado o el futuro. La fuerza reside precisamente en esa atemporalidad que provoca una suerte de tercer historia de aquello que vemos. Marker remite a la experiencia humana en el mundo que habitamos, a las huellas que dejamos tras nosotros, huellas materiales que si bien son restos, en este caso son apropiadas por personajes que no conocemos, son voces que resuenan a través de paisajes enigmáticos situados en sitios de algún modo atópicos.

Junkopia, 1981. Cortometraje. 6 mins. Francés. Dirección: John Chapman, Chris Marker y Frank Simeone. Guión Chris Marker. Diseño Sonoro Michel Krasna.

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