Habitada desde hace más de treinta siglos y con una historia tan trágica como la misma conquista, el antiguo centro ceremonial de Cholula es hoy un obligado destino turístico.
Cuenta la historia que durante aquellos días del 19 al 23 de octubre de 1519, Hernán Cortés se anticipó a la batalla y llevó a cabo lo que se bautizó como “La matanza de Cholula”. Desde aquel entonces y hasta nuestro días, Cholula se ha convertido en un sitio de visita y referencia obligada para entender parte de nuestra historia. La culminación de la conquista está representada en la Iglesia de Nuestra Señora de Los Remedios sobre la pirámide de Quetzalcóatl.
Hablar de Cholula, no es hablar de una, ni dos, sino de tres. San Pedro, San Andrés y Santa Isabel Cholula. Los tres son municipios conurbados, cada uno con sus propias delimitaciones físicas y diferencias políticas, pero entrelazadas por fuertes tradiciones religiosas heredadas a pesar de la matanza. Las tres Cholulas fueron conformadas por calpullis para posteriormente transformarse en los barrios actuales, y mantienen por uso y costumbre el ancestral esquema de mayordomías “un tipo de organización social que se caracteriza por ser independiente del poder político oficial, y que a pesar de estar vinculado con la religión, no obedece directamente a los párrocos. El sistema de cargos tiene la capacidad de dar a la comunidad una identidad, pues está conformado por valores, creencias y rituales que al realizarse proveen a la comunidad de unión.”
Otra de las fuertes y comunes tradiciones que mantienen y comparten las Cholulas, son los festejos familiares. Cualquiera de sus calles, sin importar el día o la hora y sin previo aviso, puede cerrarse para ser sede de la boda, el bautizo, la primera comunión o los XV años. La familia anfitriona cierra la calle con autos, botes, tambos o tarimas, todo para hacer de esta, un salón de fiestas cubierto con una enorme lona bajo la cual al ritmo de los Ángeles Azules los invitados -y no invitados- harán gala de sus mejores pasos. Arroz, mole o carnitas servirán de manjar sin importar la hora a la que lleguen, eso sí, con tupper en mano porque el itacate no puede faltar. El festejo puede permanecer hasta el otro día sin ningún problema, el recalentado servirá de pretexto para continuar la fiesta, ya cada quien sabrá cómo enfrentar las consecuencias de sus excesos.
En las afueras de San Andrés, se encuentra lo que hoy es la Ex Hacienda Santa Catarina Mártir sede a partir de 1970 de la Universidad de las Américas. Su población estudiantil es de aproximadamente 7,600 alumnos El campus cuenta con 38 edificios en sus 73.2 hectáreas (incluyendo la zona residencial), de las cuales 50.61 hectáreas son áreas verdes, hoy en día la UDLAP es una de las mejores universidades de Puebla y del país.
San Andrés se transformó a partir de la llegada de la UDLAP, compartiendo -a pesar de ser más arraigada a sus tradiciones y mucho más conservadora- un poco de esta transformación con su vecina San Pedro. Su llegada ha generado importantes ingresos económicos en diferentes sectores, pero nada se compara con la vitalidad y, en algunos casos, despreocupada vida estudiantil, que le ha dado a las Cholulas una enriquecedora multiculturalidad y diversidad que de inmediato se siente. Caminar por sus calles llenas de estudiantes y turistas nacionales o extranjeros comprando souvenirs, tomándose la selfie, degustando algunos de los platillos típicos en el portal de la Plaza de la Concordia o subiendo la larga escalinata para llegar a la Iglesia de los remedios y contemplar la vista, es una experiencia única.
En San Pedro y San Andrés Cholula parece que resaltan dos tipos de población o de habitante. Uno es el que nació ahí, y que generación tras generación pertenece arraigado, fiel a las costumbres y tradiciones locales. Otro es el que por alguna razón llegó y llegó para quedarse. Cada uno ha encontrado diferentes formas de vida, el primero trabaja por lo general para alguna empresa, comercio, oficio o cargo político por lo regular heredado, las familias se conocen por generaciones casi casi desde los primeros asentamientos y entre ellas ha habido uniones donde ahora los apellidos están…reloaded. Otros han heredado tierras que pasaron de ser de cultivo a departamentos autoconstruidos, viviendas coloniales acondicionadas, o en el mejor de los casos las propiedades las han puesto a la venta para el insaciable desarrollador inmobiliario, ambos han encontrado en los estudiantes un mercado cautivo que cada semestre se renueva.
El otro tipo de habitante es el emprendedor que ha transformado la vida cultural, gastronómica, social, y que ha hecho de Cholula una especie de condechi versión blim, el lugar perfecto para pasar un buen y largo rato o “Cholulear” (término que es utilizado para referirse a ir o estar en Cholula). Los nuevos habitantes llegaron para convertir con particulares, originales y creativos diseños, las viejas casonas en prósperos restaurantes (8:30) que cualquier fusion cuisine de Polanco envidiaría (Mostovoi). Espacios (Casa Nueve) que lo mismo son restaurantes o salas de cine que exhiben un festival o muestra internacional, sala de exposiciones para pintura, fotografía o cualquier otra expresión artística que impulse a los nuevos o viejos talentos. Pizzerías (La Berenjena) a las que ahora todos tratan de imitar, con excelentes vinos y mezcales.
El único y el más antiguo -recién cumplió 10 años- club de jazz en Puebla (Jazzatlán), por el que han desfilado importantes figuras nacionales y extranjeras, ahora ha agregado sus noches de blues para deleite de un público exigente y conocedor. La repentina aparición de contenedores apilados (Container City) con la más variada gama cromática y, que desde sus primeros días hasta hoy es una referencia urbana no sólo por la diversidad de sus giros sino porque tal vez fue la que abrió el camino de la transformación. Mención aparte merecen La Lunita y el Bar Reforma, sus propietarios no pertenecen a este grupo de habitantes, simplemente son las cantinas más antiguas de Cholula, sus famosísimas sangrías son dignas de los mejores o peores recuerdos.
También los muros de las Cholulas han sido objeto de expresiones artísticas; pintores y grafiteros se los han apropiado para sustituirlos por los espantosos “arriba y adelante”, “la solución somos todos”, “bienestar para la familia” y por supuesto “acciones que transforman”, para convertirlos en murales que hoy son toda una referencia motivo de recorridos y visitas guiadas.
Entre algunos de los habitantes de las Cholulas que, sin importar su género o condición económica son representativos de esta multiculturalidad y diversidad social casi casi antropológica, están los de barba (hombres), tatuaje, mascota (obvio perro), veganos, asiduos practicantes de yoga, circulan a pie o la gran mayoría en bici. Los madrugadores runners que sudan intensamente por las calles o en la zona arqueológica. La familia completa que vino a visitar al hijo o hija el fin de semana, o la tradicional familia poblana que viene a desayunar o a comer después de ir a misa, no pueden faltar los que buscan su independencia y abandonan las comodidades de la casa de papi para convertirse en hipsters, y por supuesto están los desvelados que después de una buena noche de antro hacen el intento de reponerse o seguir la fiesta.
Con esta enorme variedad de giros y negocios, eventos y manifestaciones culturales para todos los gustos, paladares, horarios, dirigidos tanto al mercado estudiantil como a otro mucho más amplio en edad e ingreso, San Pedro y San Andrés Cholula se han convertido en Pueblos Mágicos por los que deambulan toda clase de personajes, culturas, razas y sexos, sitios no sólo de diversión nocturna, también de difusión y expresión cultural.
Cholula dejó de ser la ciudad sagrada para ser nuestro CholuYork… namaste.