Momento mágico
Emmanuel Ruffo - 15/12/2014
Por Marlen Mendoza - 26/01/2016
Mucho se habla y cuestiona sobre el nuevo ganador del premio Pritzker, Alejandro Aravena. Basta con leer notas y artículos poniendo en tela de juicio que un “completo desconocido” sea merecedor de tal distinción. Recientemente, mi estimado Armando Carranco hizo favor de pedir mi opinión sobre un comentario de Patrik Schumacher (Director en Zaha Hadid Architects) el cual cito a continuación:
“The PC takeover of architecture is complete: Pritzker Prize mutates into a prize for humanitarian work. The role of the architect is now ‘to serve greater social and humanitarian needs’ and the new Laureate is hailed for ‘tackling the global housing crisis’ and for his concern for the underprivileged. Architecture loses its specific societal task and responsibility, architectural innovation is replaced by the demonstration of noble intentions and the discipline’s criteria of success and excellence dissolve in the vague do-good-feel-good pursuit of ‘social justice’. I respect was Alejandro Aravena is doing and his ‘half a good house’ developments are an intelligent response. However, this is not the frontier where architecture and urban design participate in advancing the next stage of our global high density urban civilisation. I would not object to this year’s choice half as much if this safe and comforting validation of humanitarian concern was not part of a wider trend in contemporary architecture that in my view signals an unfortunate confusion, bad conscience, lack of confidence, vitality and courage about the discipline’s own unique contribution to the world.”
Hay varios puntos en los que difiero con Schumacher. En primera, la idea de que el proyecto “Mitad de una buena casa” pretenda hacer frente a una crisis mundial de la vivienda, en segunda, que las intenciones de Aravena sean siquiera sentirse bien con una banal justicia social y pensar que es considerada la siguiente etapa en la civilización de alta densidad. Todas sus opiniones son bienvenidas.
Después de reflexionar sobre lo que había leído en las opiniones al respecto del tan polémico Pritzker, me puse a investigar. Sin que suene a parafernalia, conocí el trabajo de Aravena en la universidad gracias a un atinado profesor que puso como ejemplo del tema que veíamos el proyecto de la Quinta Monroy en Iquique, Chile; posteriormente me encontré un breve artículo en alguna revista de arquitectura, había escuchado sobre un ambicioso proyecto de reconstrucción en la ciudad de Constitución, Chile, tras al trágico terremoto y Tsunami del 2010, pero para ser sincera nunca le di seguimiento. Seguramente responsabilidad de la inmadurez de mi profesional interior en ese tiempo.
Lo que conocía de él no era más que un bagaje pobre, comparado con lo que descubrí al analizar, ahora con otros ojos, sus proyectos y aun cuando dudo ser material para jurado del Pritzker, entiendo lo que vieron en su obra que contribuye de manera excepcional a la humanidad.
Invitado como expositor de la iniciativa “TED Talks”, Aravena platica sobre sus proyectos emblemáticos, aquellos que reflejan su visión y enfoque sobre la arquitectura. Ese arquitecto que no sólo busca redefinir la calidad de la arquitectura social, sino que también busca respuestas y soluciones eficientes, específicas y de diseño participativo, dejando de lado el rol del arquitecto como ente salvador e impositivo, servil ante el capital y en la búsqueda de los beneficios propios ante los del usuario final.
Definitivamente sin un buen motor impulsor las grandes obras no serían posibles. “Ayudar” a los que tienen menos o nulos recursos es inimaginable sin un benefactor o una asociación que lo permita y sobre todo lo financie. Los proyectos que expone Aravena están al tope del sitio web de su firma ELEMENTAL, por ejemplo el caso de la Quinta Monroy en Iquique, Chile (2004), un complejo de 97 casas que obedece al planteamiento del uso de suelo eficiente.
Respecto al programa “Chile Barrio”, una comunidad de asentamientos ilegales con una ubicación privilegiada, renuente a dejar un suelo en el que ha forjado importantes lazos comunicativos, de movilidad y servicios cercanos, y negada a abandonar sus deficientes e improvisadas viviendas para irse a radicar a las periferias, Aravena explica que contaban con un subsidio de 7500 USD por familia, el cual era absorbido en su mayoría por el costo del terreno, dejando un restante con el que alcanzaba para una vivienda de 25m². Por otra parte, el sembrado de las viviendas implicaba un nuevo problema, puesto que casas continuas y casas separadas no alcanzaban para albergar al total de familias; la única solución factible era construir en altura, cosa que la comunidad rechazó ante el impedimento de ampliación y mejoramiento de sus viviendas a futuro. Aravena afirma que debemos aprovechar el poder de autoconstrucción de la gente y su solución es hacer la mitad de una buena casa, una de clase media; esto implicaría usar el restante del subsidio para hacer la parte más difícil y costosa (baños, cocina) y dejar una estructura lista para recibir futuras ampliaciones por parte de sus habitantes y de acuerdo a sus propios recursos.
Foto: Propiedad de ELEMENTAL
Es así como se entregaron viviendas de 36m² ampliables a 70m² y unas dúplex de 25m² con posibilidad de crecimiento hasta 72m², con un diseño ingenioso que condiciona las ampliaciones únicamente hacia el costado, evitando morfologías atípicas y caprichosas que deterioren la imagen que se pretende alcanzar. En un breve documental vemos el proceso de planeación y nos damos cuenta de que el diseño participativo está muy lejos de aquel utópico sueño de hermandad y armonía. Generalmente se trata de ambientes hostiles que requieren de mucho cuidado para poder llegar a un acuerdo y que todos estén conscientes de las reglas a seguir.
Foto: Propiedad de ELEMENTAL
Lo que favorece este tipo de proyectos, independientemente de un claro compromiso con su labor y con el usuario, es que aunque los recursos son escasos permiten lanzar una iniciativa. El vínculo con la Universidad Pontificia Católica de Chile abre el camino e incita a atreverse con propuestas de este tipo. Lamentablemente, si la inversión proviniera de un capital privado lo más seguro es que el resultado sería distinto.
En cuanto a un aporte plástico, quizás lo único rescatable es el uso de materiales de la zona y de poco mantenimiento como medio para abaratar costos, aunado a la optimización y efectividad del uso de suelo, renuncia a adornos y opta por un diseño sencillo pero certero. También abandona estilismos paisajísticos y relega las áreas comunes a los habitantes, haciéndolos enteramente responsables de las mismas, así como de la unidad e integración de los elementos que se irán agregando con el tiempo. La ganancia de luz y ventilación natural realza las viviendas en comparación a los laberinticos y angustiados pasillos a los que las familias estaban acostumbradas.
Foto: Propiedad de ELEMENTAL
Para su segundo punto, la sustentabilidad, Aravena ejemplifica con el coloso de concreto: El Centro de Innovación “Anacleto Angelini”, ubicado en el campus San Joaquín de la Universidad Católica de Chile, en Santiago de Chile (2014). Con sus 8,176m², Aravena enfatiza que la sustentabilidad es sobre el uso del sentido común. Regularmente, un edificio de oficinas busca la mayor cantidad de vistas abiertas, es decir contamos con fachadas de cristal y solemos ubicar los servicios al núcleo, creando así un efecto invernadero por los rayos del sol y el calor propio del material humano, obligando a instalar un sistema de aire acondicionado. En este caso, la solución es proveer una sólida capa de concreto que sirva de barrera para el seco clima de Santiago, dejando para el interior un atrio permeable rodeado con delicados cristales que fomentan la comunicación interior, asevera.
Foto: Propiedad de ELEMENTAL
Nuevamente nos encontramos ante un financiamiento que crea las condiciones adecuadas para soluciones innovadoras. Al ver el volumen, y aunque su creador asegure que intenta una estética atemporal, yo encuentro como primer inconveniente el hecho de que no responde a la escala de su contexto, aunado con lo pesado y voluminoso del material, aun cuando opta por hacer hendiduras a manera de terrazas para comunicar al edificio. Esto me lleva a mi segunda observación: en el caso específico de un corporativo funciona bien en caso de tener a más de una empresa compartiendo piso, ¿realmente es necesaria o útil tal comunicación? Yo creo que no. Claramente, el interior es impactante y tiene un gusto sobrio y balanceado, sólo me hace cuestionarme si a largo plazo preferiremos enfrascarnos en lo operativo del edificio, negando nuestro exterior.
Foto: Propiedad de ELEMENTAL
Ahora, se preguntarán ¿cuál sería su respuesta ante un cliente renuente? Uno que quisiera forzosamente su edificio de cristal rechazaría el proyecto, se trataría de concientizar al cliente sobre los beneficios a largo plazo… bueno, Aravena y su equipo optaron por crear una membrana de cristal con una segunda fachada sólida y el resultado son las Torres Siamesas. ¿Fácil? No tanto en cuanto a presupuesto se refiere, es un recurso por demás costoso, pero si el cliente lo absorbe, qué diablos.
Foto: Propiedad de ELEMENTAL
En otro pequeño documental vemos el que, a mi parecer, es el genuino proyecto en el que vierte todos esos conceptos innovadores con un espectro lo suficientemente amplio para cambiar la vida de muchos y resarcir un evento de tal magnitud como lo fue el terremoto y tsunami del año 2010: la reconstrucción sustentable de la ciudad Constitución. Aquí actúa un consorcio entre el Ministerio de Vivienda y Urbanismo (MINVU), la Ilustre Municipalidad de Constitución y la compañía forestal Arauco. Con cien días para armar el planteamiento del proyecto y echando mano una vez más del diseño participativo, el cual implicaba un acceso democrático al rio (que estaba en manos de privados) y una respuesta geográfica para una amenaza geográfica, pues cree que no habría error mayor que la irresponsabilidad de contestar bien la pregunta equivocada.
Foto: Propiedad de ELEMENTAL
Primero necesitaban crear una barrera para un futuro tsunami, la estrategia fue disiparla introduciendo la fricción de un cinturón forestal, reubicar a las familias damnificadas, nuevamente usando su modelo de vivienda social, mismo que ya había empleado en diferentes latitudes incluyendo en la ciudad de Monterrey, México. Dotando así 484 casas expandibles, mayoritariamente para los trabajadores y contratistas de la empresa Arauco, de 57m² con posibilidad de hasta 85m².
Este un proyecto urbano con múltiples beneficiarios que dio una nueva cara tras la tempestad. Es a mi parecer la razón detonadora para ser merecedor al Pritzker, pues no sólo aboga por una estética sana, sino que razona cada una de sus decisiones y sus impactos, no es partidario de la irresponsabilidad a costa de la fama o de colmar el mundo de hitos al despilfarro y la opulencia. Aunque no podría etiquetarlo como un arquitecto enfocado únicamente al aspecto “social”, puesto que al final todo lo que hacemos impacta socialmente, reconozco que su virtud está en saber sobre qué suelo está parado y con qué recursos cuenta para sacarles el mayor provecho.
Foto: Propiedad de ELEMENTAL
Otras de sus obras, la mayoría en el campus de la UC, reflejan un profesionista sereno, sin ansias de protagonismo, que suele apelar a la geometría (quizás producto de la eficiencia estructural de sus edificaciones) y dar prioridad a las relaciones humanas aunque, como ya mencione antes, esto implique negar su entorno o atisbarlo en pequeñas raciones; noto también una relación insistente con la estrechez y tensión en sus interiores, minimizando la circulación pero creando plazuelas internas, nuevamente como puntos de convivencia humana.
Foto: Universidad ST. Edward’s. Austin, Texas. Propiedad de ELEMENTAL.
Su credibilidad ante el poder de construcción del ser humano es envidiable, solemos tratar de controlar todo, olvidando que el habitante siempre tiene la última palabra. Audazmente, Aravena los condiciona sutilmente pero no les quita su derecho de adecuar sus espacios conforme a sus específicas necesidades, aunque nuevamente eso conlleve el sacrificio de la obsesión que tenemos los arquitectos por la uniformidad, como si los seres humanos luciéramos idénticos y nos vistiéramos igual.
Sólo queda un pequeño aspecto que no debemos olvidar, aún con todo lo anterior, estamos en una era donde la arquitectura se ha vuelto convenientemente en un lucrativo negocio. Y no hay mejor accesorio que premios y condecoraciones que no sirven para nada más que adornar una vitrina. En varias ocasiones he externado mi inconformidad ante las entregas de premios que significan sobre todo un concurso de popularidad con unas buenas embarradas de frivolidad, en este caso no es secreto que Alejandro Aravena ha colaborado como jurado del Pritzker y también fue elegido como director de la Bienal de Venecia, ¿coincidencia? Seguro no. Lamentablemente tendemos a deificar personalidades sin siquiera detenernos a meditar qué premio reciben y quién lo da, de un modo u otro siempre estará a espaldas el monstruo de la capitalización ante unos voraces intereses que suelen muy a menudo disfrazarse de corderos, no por nada Tom Pritzker es director y presidente de la fundación Hyatt (sí, la de los hoteles).
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