Menos artefactos, mejor diseño de la participación política

Por - 03/12/2014

Think big. Start small. Move fast

Proverbio chino, adoptado por el Centro de Innovación de la Clínica Mayo

 

Reunidos en un salón se encuentran docenas de estudiantes universitarios dedicados al diseño –aprendices de profesiones creativas, si acaso se puede hacer tal distinción- junto a unos cinco de sus profesores que acudieron a la convocatoria. El motivo de la reunión es organizar la participación, dar cauce al hartazgo, el enojo y el miedo que se acumulan por estos días en nuestro país, sus aulas obviamente incluidas. La reunión, emotiva y necesaria en principio, se desvía muy pronto de sus motivaciones profundas cuando uno de los dos grupos insiste en estructurar un organigrama, en nombrar e instalar comisiones, formalizar acuerdos con tal o cual grupo inter-universitario. El asunto encuentra muy pronto la crítica del grupo que se ha quedado en un primer momento escuchando. Paradójicamente, son los más jóvenes los que insisten en pronunciar las ideas más viejas  y repetir esquemas practicados por la misma clase política a la que se oponen ¿A dónde decían los muros del París del 68 que iba la imaginación? ¿A formar comisiones? La anécdota podría parecer muy local pero representa en mucho algunos de los polvosos rituales de la protesta social que se han puesto en marcha en la actual crisis.

En un reciente artículo titulado “Menos arte, más política” (http://www.revistacodigo.com/denise-dresser-objetos-desobedientes-victoria-and-albert-museum-ayotzinapa-activismo-politico-arte-edgardo-buscaglia/), Abel Cervantes cuestiona, desencantado también, los alcances y la efectividad de las formas –incluidas las manifestaciones artísticas- con las que la ciudadanía ha respondido a esta realidad:

“Sobra decirlo: México vive un momento convulso. Uno de los peores de los años recientes. No obstante, la tragedia de Ayotzinapa ha servido para que muchos sectores sociales (entre los que destaca el de los estudiantes) despierten de su letargo. A pesar de que las marchas hacia el Zócalo de la ciudad de México demuestran vitalidad también exhiben poca inteligencia. Si un movimiento social intenta ser efectivo debe ser imprevisible e ingenioso, sin limitarse a las consignas rutinarias.”

A los estudiantes reunidos aquel día, muchos de ellos en camino de ser destacados cineastas y diseñadores, los grupos inter-universitarios los identificaban como posibles productores de carteles y mensajes de otros formatos. Su contribución pertenecería a una categoría básica de los “objetos desobedientes”, si tomamos prestada la idea de la exposición en el Victoria & Albert Museum de Londres, a la que también hace referencia el artículo de Abel Cervantes. Pero, ¿hasta ahí llegan las capacidades de un diseñador? Imposible no reconocer que la versión negra, severa y luctuosa, de la bandera mexicana o la quema de una efigie presidencial a la mitad de la principal plaza cívica del país son imágenes que se quedan en la memoria. El asunto es quizá la insistencia en diseñar sólo la parafernalia de la movilización, en grado de arte o artefacto ¿No son también los métodos de la protesta y la movilización asuntos de diseño, en un sentido fundamental?

Los rituales de una marcha en la Ciudad de México, incluyendo las perversas y violentas costumbres de infiltrados, provocadores y granaderos, se han vuelto predecibles. Del Ángel de la Independencia al Zócalo hay sin duda una expresión poderosa de ciudadanía, pero también una sensación de ya visto. Dejar de moverse, dejar de gritar, caminar hacia otro lado, sitiar el poder legislativo hasta que exigencias puntuales y concretas sean cumplidas, como lo ha sugerido con insistencia el investigador Edgardo Buscaglia ¿qué podría diseñarse con la materia prima de la energía y el tiempo de los miles que acuden a estos necesarios actos de presencia, de los muchos que están cansados de las aberraciones de los pocos?

En el mismo blog del Victoria & Albert Museum, hay pistas valiosas sobre esta reflexión. Los artículos de Becky Sun, dedicados al movimiento de los paraguas en Hong Kong por la conservación de los derechos electorales, relatan el cerco ciudadano a los edificios de gobierno que ha incluido, por poner un ejemplo, una “esquina de estudio” diseñada por alumnos y estudiantes de la Universidad Politécnica, justo sobre la barrera de concreto de una de las avenidas. La imagen podría ser la de una sencilla biblioteca, si no fuera por el contexto de la calle tomada.

La nota de actualización sobre la protesta (http://www.vam.ac.uk/blog/disobedient-objects/updates-from-the-umbrella-movement) describe el trabajo de registro y conservación que han iniciado los artistas Wen Yau y Sampson Wong Yu-hin, asistidos por voluntarios, para preservar las manifestaciones de “creatividad sin precedentes” que se han producido en los sitios de la manifestación. La generación de estos lugares es uno de los rasgos fundamentales del movimiento:

“Más que recuperar objetos aislados, el grupo se aplica en mantener un registro de cómo las herramientas imaginativas se relacionan con el ambiente y ‘redefinen’ el espacio ocupado con una nueva función (…) El cómo los nuevos espacios han sido ocupados a través de estrategias creativas son también tema de su preocupación.”

El análisis de Wong, quien también es un investigador del fenómeno urbano, subraya el significativo cambio de hábitos que ha producido la transformación del sitio y que podrían ser materia de reflexión, por ejemplo, para cualquier escuela de arquitectura y urbanismo:

“Los habitantes de Hong Kong están acostumbrados a ir a la manifestación y regresar a casa enseguida. Al principio, mucha gente percibió (el sitio de la protesta) como peligroso (…) Pero como consecuencia de que los participantes han transformado el espacio en un sitio cálido y habitable (…) la gente se sintió cómoda con unirse. El proceso (de crear-lugar) es obvio y significante, especialmente para la gente de Hong Kong. Al quedarse repentinamente esta vez, Hong Kong ha conseguido un avance excepcional”

La importación de métodos –o de paraguas- no es el argumento aquí. La experiencia de otras calles y otras protestas ayudan a superar la terrible perspectiva de observar que, en lo que a diseño estratégico de transmisión de sus mensajes se refiere, son las células terroristas y las organizaciones criminales las que reaccionan de manera más ágil y con aterradora elocuencia. Y que, mientras tanto, los ciudadanos quedamos en la repetición de consignas y formatos muchas veces lejanos, heredados de otras épocas y otros movimientos. O de personajes embozados y patéticos que no logran articular más que poesía de muy mala factura y retazos de panfletos aderezados con bombas molotov.

Hace un par de años, el nacimiento del movimiento #YoSoy132 tuvo la velocidad y la naturaleza molecular que lo volvió sorpresivo. Fue un inicio fresco. Sin embargo, el #hashtag se diluye, como el sonsonete bien intencionado de las marchas que termina por ser ajeno. Ojalá estos otros estudiantes superen, con la misma agilidad del video viral, la formación del organigrama y se muevan rápido hacia su propia voz y sus propias estrategias.  El cansancio por estar cansados debería servir de incentivo para ponernos en esa tarea. Evite ser encapsulado y piénselo en la próxima marcha.

PD: Al momento de terminar esta entrega, la noticia es la aprobación en la cámara de diputados –por mayoría calificada del PRI, PAN y PVEM- de una reforma constitucional “para que el gobierno federal, los gobiernos de los estados y los municipios expidan leyes en materia de movilidad universal que permitiría a la autoridad ‘impedir la libre manifestación en las calles’.” Lo dicho: hay comisiones que tienen, por desgracia, más claros sus objetivos.

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