Londres, Inglaterra, verano del año 2014, seminario del profesor, historiador, teórico y crítico Mark Cousins durante mi estancia como visiting teacher en la Architectural Association cuando la discusión se giraba -y se calentaba- en torno al discurso de la “enseñanza de la arquitectura”; Mariateresa Aprile -una colega italiana, romana- pone en la mesa la pregunta: “¿la Arquitectura se debe, incluso se puede enseñar?”
Durante más de diez años de colaboraciones con diversos estudios, laboratorios de investigación y de docencia académica en Austria, China, España, Inglaterra, Italia y México, he logrado identificar tres problemas fundamentales que involucran el proceso de la enseñanza académica con la investigación y el ejercicio de la práctica profesional o industrial. No existe una conexión clara entre estos tres niveles formativos. No existe una universidad, escuela o facultad que integre de forma fresca estos tres filtros. Imaginarlo de forma contraria a esta reflexión parecería una utopía extremamente fantasiosa, sin embargo la realidad es otra.
El primer problema crítico se identifica de manera comprometida en la colaboración industrial, donde existe una falta de conocimiento multidisciplinar que repercute de manera incisiva en los diseños, resultado de los productos que se ofrecen. Son múltiples los ejemplos de diseño, incluso de aquellos multipremiados, que son simplemente inútiles. Esto es el resultado de errores generados en el proceso de diseño, objetos que normalmente han sido diseñados para cumplir con una única función y para un momento en particular, el presente, sin pensar en el futuro, en sus posibilidades de evolución con el paso del tiempo. No es casualidad que este problema fundamental tenga como raíz el proceso educativo, el cual, además de permanecer atrapado, como ideología y sistema, a la era de la revolución industrial, precisamente carece de una relación que integre exitosamente el oficio clásico de un artesano con el profesional. Basta con recordar que todas las profesiones existentes han aparecido a partir de revolucionar, evolucionar o destruir un proceso artesanal, una actividad ‘informal’ que muy seguramente tiene sus orígenes a nivel indígena. Y es aquí, justo en este preciso momento, donde debería de surgir la investigación, a partir de encontrar o buscar problemas “reales y trascendentales” que coadyuven a la evolución del ser humano, a su existencia y como una respuesta a las necesidades del habitar (arquitectura), de vivir (diseño), de ser o de mostrar (arte).
La tarea no es simple. Y una sola persona no es suficiente para llevar a cabo este interesante y revolucionario desafío. Para lograr un desafío de esta magnitud es necesario establecer un comité de investigación, base de todo trabajo para la educación. Posteriormente instituir y consolidar la colaboración artesano-alumno y solo así poder lograr una repercusión en el ámbito profesional. Este es un camino, más no el único. La investigación por ejemplo en México está enormemente y tristemente confundida por la “búsqueda” de información. La investigación debería ser la base sólida de cualquier universidad. Y no me refiero sólo a aquellas destinadas al discurso del diseño, sino a todas las disciplinas. Sin investigación un país no puede avanzar. Y dejemos al lado el tema utópico de la evolución… Sin investigación, no es posible generar una cultura, la del conocimiento. Y es que, por ejemplo, como puedo decir que algo es innovador o inventivo, (porque también en estas dos palabras hay una enorme diferencia de significados y propósitos) cómo puedo incluso querer patentar algo sino conozco lo que existe.
Ya no es suficiente con “modificar” los planes de estudio, renovarlos o “aumentarlos”, cambiar los nombres de talleres a estudio, o por “experimentales”. No, los problemas están en la raíz del sujeto mismo, ¿qué se enseña? ¿para qué? ¿para quién? ¿con qué objetivo? ¿qué pasará realmente con ese alumn@ cuando termine la universidad? ¿El conocimiento que recibió es suficiente? ¿Con qué valores estamos realmente capacitando a nuestros alumnos? Y mejor aún ¿estamos preparando a las mentes del mañana para el futuro? No, ninguna escuela de diseño está preparada para esto. Todas están ocupadas en las revisiones de los profesores, en cumplir con las “certificaciones”. En crear “Fablabs”. Y es que aún no hemos entendido que un FABLAB no es necesario dentro de una universidad. Quizá alguien se confundió con la traducción de los propósitos de estos. ¡NO! la investigación en las universidades, en específico de aquellas involucradas con el diseño deben de ser libres, independientes, y sí ¿porqué no? colaborar, mas no partir equivocados desde un inicio. En México no deberíamos copiar o adoptar modas ajenas, europeas o americanas. No hemos entendido que la cultura mexicana es única. ¡Esto es fundamental!
Hace algunos, quizá ya muchos años, cuando aún estudiaba en la ahora Facultad Mexicana de Arquitectura, Diseño y Comunicación o mejor conocida como FAMADYC, que pertenece a la Universidad la Salle Campus Ciudad de México, escuché decir que se le había propuesto al gran arquitecto Antonio Attolini Lack la dirección de la Escuela de Arquitectura. Sinceramente, después de haber conocido su estudio, y a él personalmente, me pareció una idea excelente. No obstante, se escuchaba entre rumores que Attolini Lack había aceptado la gran invitación con una sola condición: “que se construyera una escuela específicamente para las necesidades de la enseñanza de la arquitectura”. Creo que esta frase, verdadera o no, es lo más sensato que he escuchado en tantos años. Porque sí, dentro del edificio de la Architectural Association se respira un aire particular, el “espacio” parece detenido en la historia. Grandes personalidades del mundo de la arquitectura han crecido y se han formado en tan prestigiada institución. Sí, el hasta entonces Berlage Institute imponía una estrategia clara de educación a nivel mundial, única quizás. Sí, dentro de escuelas como la Columbia, el MIT, el RMIT, ETH y Harvard School of Design (GSD), por mencionar solo algunas, se encuentran quizás las mentes más innovativas por naturaleza o generadas por el sistema mismo, las personalidades más reconocidas, y quizá ¿porqué no? los líderes del mañana, pero ninguna, ninguna, ha sido construida y pensada en primer lugar para el diseño, el arte o la ciencia de diseñar. Estas estructuras han emergido como “adaptaciones” o “adiciones” pensadas en cualquier caso a posteriori. La única institución que realmente ha querido y –podido cabe señalar- realizar un proyecto integral desde el inicio es mexicana y se encuentra en Monterrey. Es la división de Arte, Arquitectura y Diseño diseñada por el arquitecto Tadao Ando. Ésta tiene muchas aspiraciones, muchos retos que cumplir, quizá el más difícil –históricamente hablando- lo ha logrado, el espacio, el diseño mismo.
Hoy, he querido compartir con ustedes estas líneas, como reflexión de lo que realmente sucede en nuestras escuelas, de qué, cómo y para qué estamos formando a nuestros estudiantes. Y compartir también que hoy en día existe la posibilidad de cambiar, de evolucionar, y qué mejor que iniciando en una división como la de Gate of Creation, que actualmente tiene abierta la candidatura de dirección de la división de Arte, Arquitectura y Diseño. Ésta, es una invitación abierta para aquel candidat@ que realmente crea que puede generar un cambio por México. Es tiempo de cambiar, es tiempo de evolucionar. Este es el momento. Este es el espacio.
Emmanuel Ruffo
Bormio, Italia Septiembre 2014