Estucos contemporáneos de un juchilango

Por - 14/04/2012

Demián Flores revitaliza una de las técnicas más antiguas de la pintura. Se trata de 20 obras al fresco de distintos formatos que muestran el entrecruce de la cultura europea y amerindia. Una obra que dialoga lo enigmático con lo espiritual de la cultura oaxaqueña.
“Me pareció importante basar mi trabajo en un medio antiguo como práctica contemporánea y que este medio, por la inmediatez y el escaso error que tiene para su ejecución por ser pintados al fresco, configurara un discurso sobre dibujo y el color”, Demián Flores.
En esa interminable búsqueda en la que se encuentra el pintor Demián Flores (Juchitán, Oaxaca, 1971) desde el inicio de su meteórica carrera, el trinomio inagotable identidad-territorio-memoria sigue siendo su principal abrevadero, de donde emanan temas, materiales y técnicas.
En esta ocasión, Flores se coloca en el intersticio de la vida pagana y la espiritualidad del pueblo oaxaqueño, resemantizando la popular imagen de la Vírgen de la Soledad y rescatando una de las técnicas más antiguas: el estuco, (cal apagada, arena y baba de nopal que se endurece por reacción química al entrar en contacto el carbonato calcio de la cal con el dióxido de carbono); logrando amalgamar una obra de matices contemporáneas y reminicencias de la pintura mural.
Se trata de una serie conformada por 20 cuadros, de diferentes formatos, donde es evidente el interés de Flores por las esculturas y pinturas de los templos prehispanicos y novohispanos oaxaqueños, pero también por la historia misma de la pintura, al traer a la modernidad una de las técnicas pictóricas usada lo mismo por egipcios, renacentistas venecianos que por muralistas mexicanos.
“Me interesa la constante búsqueda de materiales y temáticas que revitalicen cotidianamente mis procesos artísticos; la relación con prácticas artesanales como el barro negro de San Bartolo Coyotepec; el trabajo con retablos en comunidades; las tallas en madera de Arrazola o la incorporación de técnicas antiguas como el dorado y el estuco, hacen referencias directas a estas dinámicas. En esta serie el estuco lo utilizo como soporte para la aplicación de pintura al fresco con temple de huevo, que también fue usada para la decoración de sarcófagos del antiguo Egipto. El gusto por esta técnica nace de los fragmentos encontrados en las paredes de los templos prehispánicos hasta de los muros novohispanos que inundan las iglesias en Oaxaca”, detalla Flores.
Así, mediante estrategias del arte contemporáneo, donde inclusive utiliza esténcil y aerosol, Flores reviste a su obra de una actualidad impecable, donde el negro aparece como una metáfora de la realidad en la que se mece el México del siglo XXI.
“Son como un espejo de la realidad que vivimos, protagonizadas por imágenes que, de manera central y repetitiva, inundan el espacio visual, debido a esa carga natural que mantienen como imágenes simbólicas y metafóricas de nuestra realidad social y cultural. Lo que me pareció importante fue basar mi trabajo en un medio antiguo como práctica contemporánea y que éste medio, por la inmediatez y el escaso error que tiene para su ejecución por ser pintados al fresco, configurara un discurso sobre el dibujo y el color”, aclara el pintor.
Para Ingrid Suckaer -crítica de arte- en esta serie, el Juchilango Demián Flores mezcla la tradición europea y la amerindia porque permite apreciar por medio de la obra su gran capacidad para atravesar las diferentes épocas que constituyen la historia oaxaqueña y, una vez que las ha deconstruido, extrae de ellas los elementos que convertirá en inquietantes obras de arte contemporáneo.
“La tensión conceptual alcanzada en todas las escenas hace de Estucos una de las series más complejas y maduras en su producción, porque logra crear una obra de gran contundencia plástica, la cual requiere de una gran maestría por la exigencia que la técnica demanda. Algo que debió haber disfrutado, dada su nada convencional inclinación a enfrentarse con los materiales, extrayendo de ellos cosas que antes no existían, así como de apropiarse de imágenes desde fuentes diversas para transformarlas en nuevos arquetipos culturales”, apunta la historiadora.
Por su parte Flores acepta que su trabajo se ha convertido en una constante reafirmación de su ser mestizo porque para realizarlo se apropia de imágenes emblemáticas de su pasado, fusionándolas con elementos de la cultura popular para representar metáforas de la hibrides en la que resulta en sí mismo la cultura nacional. De ahí que cada una de sus piezas se pueda interpretar como un contenedor de lenguajes diversos, formados a partir de la deconstrucción y decodificación icónica y de su incorporación visual, dando como resultado nuevos elementos de significado.
Flores organiza y aglutina signos, referencias a prácticas culturales, imágenes encontradas, apóstrofes a la historia del arte y múltiples lenguajes formales de ahí que, en este contexto, es importante considerar que el arte y la espiritualidad se tocan constantemente, pero poco se habla de ello en el momento actual.
“La representación de cierta iconografía, a través de imágenes donde se plasma a la reina o madre de aquellos recintos antiguos, “como analogía de la realidad social de Oaxaca”, según interpretación del autor, en combinación con los detalles de las figuras masculinas que se doblan bajo el peso excesivo de su carga, bailan danzas prehispánicas o devienen en modernos prometeos (reverencia velada al Hombre en llamas de José Clemente Orozco), más la constante presencia de un largo fémur, los pájaros y otros elementos distribuidos en los cuadros, hacen de Estucos un conjunto con gran carácter polisémico”, concluye Ingrid Suckaer.

La inauguración de la muestra Estucos. Obra Reciente se llevará a cabo el próximo martes 17 de abril, a las 19:30 horas, en las Galería Planta Alta y Espacio Visual, del Centro de Cultura Casa Lamm, ubicado en Avenida Álvaro Obregón 99, colonia Roma.

 

 

Fotografías y texto: Cortesía de Demián Flores

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