Velocidad de preparación y de servicio, atención directa desde la comodidad de tu auto, alimentos empaquetados a manera de “regalo” son algunos de los conceptos que se utilizan en los servicios de comida rápida –fast food-, o al menos en aquellos que nacieron bajo este concepto. La parte obscura que generalmente suele pasar desapercibida son los factores que realmente definen el sistema fast-food y consecuentemente influyen y repercuten en nuestras vidas cotidianas: comida estandarizada, alimentos “económicos”, facilidad de acceso y tiempo invertido, son algunos de los factores que intrínsecamente lo definen.
Fácilmente se identifica el término fast-food en nuestra arquitectura, no solo la que producimos o vivimos, sino también la que enseñamos en las “escuelas de arquitectura” cotidianamente. El concepto de fast-food al igual que cualquier concepto, movimiento, moda o tendencia no tendría repercusión sino fuese publicitada por diversos factores que trabajan dentro de un mismo sistema jerárquico y en paralelo. Las revistas, la promoción y la publicidad son solo algunas de las estrategias que engloban y dan evolución a un movimiento tan potente como el fast-food. Con nuestra arquitectura sucede lo mismo. Así como el ser-humano se define por lo que lee y sabe, se alimenta de lo que come, y actúa y diseña en base a su experiencia y sus intereses, la arquitectura que se produce está generalmente manipulada por la publicidad y la moda. “Y, generalmente esta publicidad y moda están basadas en conceptos muy simplistas, capaces de conformar a personas carentes de conocimiento, que por desgracia son cada vez más” En su mayoría las publicidades de arquitectura son conformistas, dirigidas a un publico muy particular y carecen de artículos de investigación, son más bien divulgativas y con frecuencia hacen práctica del fast-food: artículos económicos, fáciles de digerir y sobre todo carentes de esencia, de un fin específico que ayude a cultivar, a crecer, a desarrollar.
La arquitectura que se observa comulga con las divulgaciones, forma parte de un “sistema”, y esta es la única manera de crecer, profesionalmente hablando, en sociedades como la nuestra. Es bastante claro que en México si no se hace una “cajita” –prisma- es difícil que alguna revista te publique o tome el interés de los mismos colegas. El motivo de esto es la falta de conocimiento en diversos aspectos: geométrico, estructural, funcional y material. La parte más seria radica en la práctica y la enseñanza de la arquitectura misma. Aún no entendemos que sin un avance, (y ya no digo tecnológico) de mentalidad, no se podrá jamás evolucionar y dejar atrás el fast-food de la arquitectura que producimos, de los métodos estandarizados de lo que “producimos”, de lo que “enseñamos” y sobre todo de la falta de oportunidades que perdemos al momento de enseñar. En la enseñanza existen infinidades de ejemplos en el que el profesor “ayuda” al alumno a desarrollar su proyecto, eso sí, al gusto del profesor mismo. El alumno se vuelve un técnico, un dibujante más, y no es una coincidencia que en nuestras primeras prácticas profesionales sea éste nuestro destino. El profesor se olvida constantemente de la parte creativa del alumno, influye en su “forma” de pensar y sobre todo impone un discurso “económico”, “estandarizado” y “sistémico”. La arquitectura no es el fast-food del diseño, o al menos no lo debería ser. Este discurso no sería válido sino miramos también el presente y futuro. La arquitectura digital, es por mucho la más compleja de todas, se arriesga mucho y por ende es la que más fácil se corrompe, y que dirigida por personas sin experiencia práctica, académica y/o de investigación, el diseño digital se convierte en una formación de “kits” o dispositivos que sirven para generar cosas “bonitas”, poco funcionales, y al final del día también poco atractivas.
La enseñanza de la arquitectura al igual que su práctica realizada de manera integral requieren de mucho trabajo, y cuesta trabajo y mucho esfuerzo realizarlas, y sobre todo realizarlas excelentemente. De lo contrario jamás serían útiles los grandes esfuerzos, pensamientos y soluciones de personas como Leonardo Da Vinci, Buckminster Fuller, Frei Otto, o del mismo Antonio Gaudí. Individuos “apasionados” y necesitados de “conocimiento”.
¿Qué sería de nuestras ciudades si existieran más individuos como estos? Quizá este mismo texto sería otro…
Continuará…